sábado, 3 de noviembre de 2007

PEDAGOGÍA VS ANDRAGOGÍA


Crisanto Gregorio León

Tanto en la educación de niños, como en la de jóvenes y adultos, el éxito de la institución como la del profesor o del docente que la imparte, no se contrae solamente a la suficiencia y profundidad del saber especifico, sino a la estrategia para transmitirlo según las diferencias intersubjetivas.
Si se utiliza la herramienta adecuada se lograrán los propósitos deseados, por lo que al tratarse de la educación para adultos es menester afrontarla con los elementos propios de esta disciplina, que son recogidos en la Andragogía como ciencia de la educación de adultos
Resulta incomprensible, que aún en el siglo XXI se pretenda impartir educación a los adultos y a los jóvenes, mediante técnicas, metodologías, estructuras y sistemas propios para la educación de los niños, como lo es la Pedagogía.
El adulto por antonomasia totalmente distinto a un niño, jamás debe ser tratado en ocasión a su educación de la manera como tradicionalmente se ha concebido este proceso, para los infantes o párvulos.
El problema generalmente estriba, en la utilización de recurso humano que tiene el conocimiento, pero que no sabe trasmitirlo, según se trate de la edad del educando, por lo que sin hacer abstracción del alumno, la educación la imparte mediante una metodología isométrica, donde no se diferencia cuando se trata de niños o si se trata de adultos.
En el adulto, en contraste con el niño, existen otros conocimientos, otra forma de ver el mundo, una manera distinta de emprender su propia instrucción y un bagaje diferente en su estatus trascendental. Donde la maleabilidad o ductibilidad comportamental difieren radicalmente de un infante. Pues, en ellos además de los caracteres y perfiles propios de un adulto, el sentido de su espacio vital, el respeto y la dignidad, son lógicamente manejados desde otros ámbitos cognoscitivos.
Pretender educar a un adulto como si se tratase de un niño, es una manera errada, cavernícola y estanca de afrontar la hermosa misión de enseñar.
De modo que, cualesquiera sean las áreas del saber o del conocimiento que se pretendan trasmitir, así se trate de las matemáticas o de los idiomas, de la biología o de la historia; al tratase de adultos, el docente o quien funja como docente debe estar habilitado profesionalmente no solo con los conocimientos propios de esa disciplina del saber, sino, del armamento indispensable andragógicamnete hablando, para no endilgarle su propia incapacidad para enseñar, al estudiante adulto.
Saber qué enseñar y no saber cómo enseñar según se trate de la edad del educando, establece una marcada diferencia entre una estrategia de trabajo o de educación para lograr los objetivos instruccionales, o una errática manera de instalarse detrás de un escritorio para aplazar a los alumnos, según convenga a la filosofía que inspira los parámetros de las instituciones y de los hombres y mujeres abocadas al proceso enseñanza aprendizaje.

Abogado/ Lic. Cs. Sociales
crisantogleon@gmail.com

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