sábado, 3 de noviembre de 2007

LAS PIÑAS DEL VICARIO II

Estamos en el tiempo litúrgico de preparación para la Pascua, caracteriza esta época, la abstinencia, el ayuno, la penitencia y la limosna lo que debiera también implicar renovación y transformación en la que el llamado a la feligresía para abocarse a las cosas santas, sea en ambas direcciones y en la que cada cristiano puede hacer un discernimiento sobre la propia vida, sobre su propósito, sobre su verdad y sobre la realidad de sus acciones como actos que aprueba el Señor de los Cielos, o como despropósitos inconsecuentes con la esencia de una vida entregada solo en apariencia para regocijo de Dios, o como un dogma irrefutable de actitud consecuente con los valores del pueblo que Cristo desea.
Estamos en cuaresma, época para calibrar nuestra verdadera fe, para ver nuestra imagen que cual reflejo de un espejo puede estar invertida, para poder ponderar nuestras acciones y su correspondencia o no con los menesteres eclesiásticos.
De modo que no solo las ovejas son llamadas al redil, sino que hay algunos pastores que deben mirarse hacia dentro, despertar su conciencia sacerdotal, sacudirse trémulamente para reafirmar su vocación o definitivamente tomar otros derroteros que también agradarían a Dios si son bien llevados.
Han sido muchos los lectores que han aportado sus inquietudes con respecto al articulo que antecedió a este intitulado “Las Piñas del Vicario”, que aún siendo cristianos hasta los tuétanos no se hacen los sordos , ni los mudos , ni los ciegos ante algunos escenarios.
Situaciones como la recogidas en la película "El Crimen del Padre Amaro...", llaman poderosamente la atención, sobre todo que una vida licenciosa es pecaminosa solo por el hecho de serlo, imagínese si esa vida la lleva un hombre que habiendo hecho votos de castidad, debiendo estar consagrado al Señor, actúa y desarrolla su “apostolado” como el mas ruin de los pecadores, y peor aún, abusando de los privilegios que le da su investidura.
Así, recordamos al Padre Ananás, nombre ficticio que le dimos al sacerdote a quien nos referimos en el artículo anterior, que no hace honor a su sotana, y nos evoca el refrán, el hábito no hace al monje y lo mas grave aún es que ahora en estos tiempos donde todas las corrientes religiosas están de acuerdo sobre el advenimiento de un nuevo” desorden” mundial producto de la conmoción de la tierra y sus habitantes , por efecto del pecado y donde la iglesia juega un papel preponderante para la salvación de las almas y en cuyo empeño están unidos cientos de miles de prelados que cultivan la santidad en contra de cualquier tropiezo; es preocupante que solo unos cuantos desdigan de la mayoría que si lo hace en perfecta entrega y comunión con Dios.
Pastores y rebaño, renovemos nuestra fe, cultivemos la oración y seamos fieles devotos, Cristo tiene los brazos abiertos a los hombres y a las mujeres de buena voluntad, es hora de revitalizar nuestra disposición de entrega al Señor.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

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