sábado, 3 de noviembre de 2007

CASTILLO DE NAIPES


Crisanto Gregorio León

La autenticidad ante todo, ello es lo que nos diferencia a unos de otros y lo que hace medir cualitativamente la dimensión personal y entre muchas cosas el don de gentes de cada cual.
Cuando una persona se aliena a sí mismo en procura de una reestructuración en la concepción de la vida porque ha encontrado a alguien digno de emular, a la vez que presuntamente para crecer desconoce su propio “ego” y pareciera invertir calidad para el resto de su existencia en la que la evolución personal lo catapultaría hacia la consecución de cosas buenas y útiles para si y para los demás, está dejando de lado lo consecución de cosas buenas y útiles para si y para los demás, está dejando de lado lo propio para copiar otros enfoques. Lo cual pudiera traducirse en una rectificación de rumbo, o mantener el rumbo pero rectificando. Por lo que no siempre es conveniente o prudente desairar el propio yo aventurado imitar o escuchar a quienes en apariencia son mejores personas, porque nos podríamos llevar una decepción.
Cada cual sabe como es, cuales son sus debilidades y virtudes, cada quien aborda el mundo según la propia visión y hay quienes se atreven a acariciar la idea de que los demás cambien su paradigma de vida sustituyendo la propia personalidad por una personalidad huésped que no es la auténtica. Algunas personas consiguen su cometido a través de influencias cautivantes por aparentar ser dignas de admiración y otras lo logran para sojuzgar lo bueno en beneficio de lo pérfido.
Cuando alguien se muestra particularmente recto o recta y en razón de esa impresión que causa o pretende causar, las personas sin tener mayores elementos para opinar diferente, pudieran ser engañadas en su buena fe.
A veces nos encontramos con quienes predican rectitud, honradez, respeto a las normas, sobriedad, ecuanimidad, objetividad, un desapego a lo material y una aparente vida espiritual, cuando todo es una burda mentira para sorprender incautos.
En momentos en que la vida pudiera colocarnos en actos de especial reflexión, haciendo la “mea culpa”, para mejorar como seres humanos y en donde ha podido influir grandemente una persona que habías colocado como un ejemplo de virtud y sensatez por sus dichos, en razón de lo que preconiza; pero que en un momento inesperado desnude su personalidad y que mostrándose cual es, entonces evalúas que la rectitud en ella es una línea zigzagueante o tortuosa a conveniencia, que la honradez es sólo un envoltorio diseñado para encubrir una perversa médula, que no hay respeto por las normas porque las aplica selectiva y alcahuetamente, porque su aparente moderación es sólo una mampara para encubrir su carácter escandaloso, que nunca ha sido integra porque se devanea entre el oportunismo y las apariencias, porque es connivente con lo inmoral y lo espiritual no es más que un blasfemia.
Como un castillo de naipes derribado por una sorpresiva brisa, así quedan sobre el piso las falsas virtudes que emperifollaron en algún momento a quien blandeando estandartes de decencia y rectitud, ahora descubres que es puro cuento.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

No hay comentarios: