miércoles, 2 de junio de 2010

Damos lo que tenemos...

¡Damos lo que tenemos!
Crisanto Gregorio León

Obvio diría alguien, es una perogrullada, nadie puede dar lo que no tiene, salvo que lo hurte, pero jamás fue suyo.
Con la exclamación del epígrafe, no aludo a cosas materiales aunque el gesto o la actitud puedan derivar en algo tangible. Me refiero a las formas y maneras con y para nuestros semejantes y mejor, aún ante nuestros prójimos más próximos.
Lo inmaterial no necesariamente ha de ser etéreo cuando insufla energías y mejores son las buenas energías; las que inyectan entusiasmo y dejan en nuestra existencia el dulzor del encuentro con espíritus en perfeccionamiento o con una sensibilidad más evolucionada.
En razón de las vicisitudes de la vida, nos vemos obligados a obtener pólizas de seguro para nuestros bienes materiales y hasta de vida. Lo que redunda en tranquilidad y concordia interna por ser previsivos. Pero hay precauciones que no tomamos en las relaciones cotidianas, y a veces bajamos las defensas ante quienes ni siquiera imaginamos tienen un poder adverso sobre los ánimos y la diafanidad de los espíritus y si no nos percatamos con prontitud, pueden irrumpir en nuestro templo y con su aura negra e impura descompensar el orden de nuestro universo y la armonía por la que trabajamos en el afán de ser mejores personas.
Como un maleante que espera el descuido de la víctima para despojarle no solo cosas materiales, sino la tranquilidad y hasta la vida; hay gente con la que te encuentras, que parecen un foso profundo de penumbra que te abraza y corre el riesgo de absorberte con sus sombras por ser un cuerpo opaco que proyecta una imagen estridente y oscura, restándote fuerzas, de las que solo podrás zafarte de sus nudos espirituales con una exclamación profunda al paráclito.
En cambio, el don de gentes, la personalidad afable, la gracia y el estilo servicial, la honestidad del espíritu en el respeto recíproco, agradan al ánimo y propician las óptimas relaciones humanas por ser simpatías que irradian buenas energías.
El mejor indicio como póliza de seguro ante los estafadores de la quietud del alma, es la proyección de su sombra que incomoda como una prenda de vestir apretada que sabes que no es de tu talla.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

Docentes creadores de mártires

Docentes creadores de mártires
Crisanto Gregorio León

En la vida académica de las aulas hay numerosos profesionales que sin formación docente son un reflejo de luz divina, no solo por la destreza que poseen en las disciplinas científicas que imparten, amen de la claridad con la que trasmiten a sus alumnos, quienes asumen los estudios con alegría y sin traumas; sino además por su carisma como personas y su grandeza como seres humanos con una sensibilidad mas evolucionada. Entonces ha de esperarse mayor desborde de nobleza de quienes tienen formación docente y se desenvuelven como profesores o profesoras, salvo que carezcan de vocación.
El docente no debe plantearse la clase como una batalla en la que los alumnos son sus enemigos y por tanto hay que someterlos, haciendo de cada encuentro de aprendizaje un campo de guerra donde hay que sojuzgar y amedrentar psicológica y anímicamente al estudiante hasta que desista de su derecho humano y constitucional al estudio y huya despavorido convirtiéndose en desertor forzoso ante el implemento de estrategias de desmoralización ; en vez de tener “un corazón dispuesto” para tratar con tacto a quienes decidieron ser útiles a si mismos, a sus familias , a Dios y a la Patria y asumir bidireccionalmente con entusiasmo la hermosa aventura del aprendizaje.
Como un reflejo de las propias carencias, hay quienes en ejercicio docente se desenvuelven cual tiranos, con una actitud déspota y despiadada; como cobrándose con inocentes las peores experiencias que tuvieron en su vida de estudiantes o en su vida personal , o como un desorden psiquiátrico en el que el pequeño y pasajero protagonismo en cada ciclo de estudios con nuevos discípulos los hace metamorfosearse en monstruos ante esa minúscula dosis de “poder” que las circunstancias le han concedido y haciendo un uso irracional de su posición académica emprenden una faena para vencer y humillar al estudiante.
¿Que necesidad hay de colocar piedras en el camino de otros seres humanos para impedir su formación, en vez de allanar la travesía facilitando el aprendizaje sin que se pierda la pertinencia científica- académica?
Hay muchos seres humanos en ejercicio docente, y hay muchos docentes sin ejercicio humano.

Abogado
crisantogleon@gmail.com