domingo, 25 de marzo de 2012

Oración a San Miguel Arcángel para pedir protección contra todo mal


Oración original a San Miguel para ser realizada sosteniendo un crucifijo en alto

(“Levanta el Crucifijo y reza esta oración con la señal de la cruz. Has esto en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Tú vencerás… Reza esta oración todos lo días, ya que la batalla es enorme…”)

Oh Glorioso príncipe de la Hueste Celestial, San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla y en el terrible combate que estamos librando contra los principados y Potestades del aire, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, en contra de todos los Espíritus del Mal. Ven en ayuda del hombre, a quien Dios Todopoderoso creó inmortal, hecho en ayuda del hombre, a quien Dios Todopoderoso creó inmortal, hecho a su imagen y semejanza, y redimido por un gran precio, de la tiranía de Satanás.

Pelea en este día la batalla del Señor, junto con los santos ángeles, igual que combatiste al líder de los orgullosos ángeles, Lucifer, y a su hueste apóstata, quienes no tuvieron poder para resistirte y tampoco hubo ya lugar para ellos en el cielo. Esa cruel serpiente antigua, llamada el diablo o Satanás, que seduce al mundo entero, fue arrojada al abismo junto con sus ángeles. Mira, este enemigo primitivo y asesino del hombre ha tomado fuerza. Transformado en un ángel de luz, anda alrededor del mundo con una multitud de espíritus perversos, invadiendo la tierra para borrar el nombre de Dios y de Jesucristo, apoderarse, asesinar y arrojar a la eterna perdición de las almas destinadas a la corona de la gloria eterna. Este malvado dragón vierte, como la inundación más impura, el veneno de su malicia en los hombres de mente depravada y corrupto corazón; el espíritu de mentira de impiedad, de blasfemia, y de aire pestilente de impureza, y de todo vicio e iniquidad.

Estos astutos enemigos han llenado y embriagado con hiel y amargura esta Iglesia, la esposa del Inmaculado Cordero, y han puesto sus manos impías en sus más sagradas posesiones. En el Santo Lugar, en donde la sede de San Pedro y el asiento de la verdad han sido colocados como la luz del mundo, ellos han levantado el trono de su abominable impiedad, con el designio inicuo de que cuando el Pastor sea herido, también las ovejas pueden ser heridas.

Entonces levántate, oh Príncipe invencible, dale ayuda al pueblo de Dios en contra de los ataques de los espíritus perdidos. Dale la victoria al pueblo de Dios: Ellos te veneran como su protector y patrón; en ti la gloriosa Iglesia se regocija con tu defensa contra el maligno poder del infierno; a ti te ha confiado Dios las almas de los hombres para ser establecida en bienaventuranzas celestiales. Ora al Dios de la paz, para que ponga a Satanás bajo nuestros píes, derrotado para que no pueda más mantener al hombre en cautiverio y lastimar a la Iglesia. Ofrece nuestras oraciones a la vista del Altísimo, para que pronto pueda encontrar misericordia a los ojos del señor; y venciendo al dragón la antigua serpiente que es el diablo y Satanás, tú nuevamente lo pongas cautivo en al abismo, para que no pueda ya más seducir a las naciones.

Amén.

L: Miren la Cruz del Señor; y sean dispersos los poderes enemigos.
R: El León de la tribu de Judá ha conquistado la raíz de David.
L: Qué tu misericordia esté sobre nosotros, oh Señor.
R: Así como hemos tenido esperanza en Ti.
L: Oh Señor, escucha nuestra oración.
R: Y deja que mi llanto llegue a Ti.
L: Oremos
Oh Dios, Padre nuestro, señor Jesucristo, invocamos a tu Santo Nombre, y suplicantes imploramos tu clemencia, para que por la intercesión de la siempre Virgen María, Inmaculada Madre nuestra, y por el glorioso San Miguel Arcángel, Tú te dignes ayudarnos contra Satanás y todos los demás espíritus inmundos, que andan por el mundo para hacer daño a la raza humana y para arruinar a las almas.

Amén.

Fuente: Libro de la Devoción a la preciosa sangre de Nuestro Señor Jesucristo.

miércoles, 14 de marzo de 2012

El desapego mal entendido

Crisanto Gregorio León

"Mientras unos siguen viviendo “felices” con sus trucos, sus engaños y sus placeres de ocasión; otros, los que son fieles, los que aman, dejan una huella que no puede pasar indiferente.”
Valga este introito para hacer alusión al desapego, no desde la visión con la cual los terapistas y especialistas describen como una forma de sanar las heridas. ¡No!, me refiero a quienes toman el desapego como la excusa perfecta para vivir promiscuamente, para cambiar de pareja indiscriminadamente teniendo relaciones efímeras; argumentando para ello que el apego no es bueno, así no se apegan a nadie y dejan abierta la ventana de la contaminación física y espiritual. Entretanto viven apegados al desorden moral y emocional que no les deja enrumbar definitivamente sus vidas. Probando aquí y probando allá, en un solo “vacilón”.
Entre mentiras y sobresaltos, con una vida llena de interminables parejas, blanden la bandera del desapego para continuar una borrachera moral, aduciendo ingenuidad e inocencia e incluso a Dios como baluarte de su integridad; no porque realmente sea así, ni porque tengan esa convicción, sino porque quisieran que el mundo les viera como a alguien con virtudes santas. Creen que les preocupa la reputación propia y realmente les vale un bledo, con una conciencia deplorable en la que aprovechándose de las personas, no les importa lastimar a nadie, sin advertir que se hacen daño a si mismas o a si mismos.
Así hay personas que convierten sus existencias en un jueguito peligroso en el que les falta muchas experiencias por vivir y no pueden permitirse quedar ancladas en nadie “porque el apego no es bueno”.
Iniciar y terminar relaciones constantemente como un círculo vicioso, bajo el argumento de que “el apego no es bueno”, es una manera de escabullirse de una realidad latente, “la inconstancia moral”, creyendo engañar a otras u otros, pero “no se engaña a quien se sabe engañada o engañado.”
La fidelidad es la clave para resolver esta desviación de la moralidad, seguirla es el deseo que nace en quienes quieren ser felices de verdad, en los que buscan amar en serio, romper con la mediocridad y el oportunismo, vivir aquí, en esta tierra, con los ojos puestos en el cielo, donde el amor brilla con tal fuerza que no hay lugar para ser infieles. ¿Es posible traer un poco de ese cielo a nuestra tierra hambrienta de amor y fidelidad?".
Hacer un alto en cambiar de pareja es sano física, moral y espiritualmente; en vez de desestimar las posibilidades que el destino nos presenta, saliéndonos por la tangente blandiendo “el desapego mal entendido”.
Abogado
crisantogleon@gmail.com