¡CARTERISTAS ¡
Crisanto Gregorio León
Ya decían los romanos, no son los nacimientos los que hacen a la madre de familia, sino sus buenas costumbres.
Una de mis lectoras me envió un relato que quiso compartir para alertar a quien lo lea. El argumento no es nada nuevo pero es como una vacuna que hay renovar para inmunizarse.
Se refiere a un asunto donde juegan papel importante los valores familiares. Aconteció que un caballero con dos hijos y con un veintenar de años de matrimonio se encontró en la vida a una joven de aspecto anoréxico, de rostro agradable y de estampa de miss. Era una joven madre quien le confesó no vivir con el padre de su hija, cuando no era cierto. A todas estas, el hombre fue seducido por las argucias de esta joven y se desvivió por complacerla, por amarla, por darle todo cuanto le pedía. Ella escondía bajo sus ropas un deplorable cuerpo producto de su promiscua vida y sin embargo él la amaba, le proveía sustento espiritual y material. Pasado cuando fue un año, ella le exigía que se divorciase, cosa a la que él pensaba acceder, cuando llegando tarde de su trabajo se enteró que ella tenía otro amante. Se trataba de tres hombres con los que la joven vivía. El hombre se desplomó, estaba destrozado, la joven se había burlado de sus sentimientos, lo estaba usando, lo había desplumado y para colmo se pavoneó delante de todos sus conocidos con el tercero, con el otro, por lo visto con mejor cartera , que tenía un vehículo de mayor precio y en apariencia desprevenido de las artimañas de esta joven, salvo que estuviera actuando con malicia y no se engaña a quien se sabe engañado.
La joven una artista en fingir, una mentirosa compulsiva y una experta digna del Kamazutra , había herido mortalmente a nuestro incauto amigo, le había dado una estocada fatal, lo puso agónico , no pensaba , no dormía , no sabía ni que hacer . Y ella, no obstante el dolor que había causado, parecía un témpano, fría como si hubiese sido una gracia o un chiste venenoso. El engañado hombre, le suplicaba dejar esa vida, que él la perdonaría y sin embargo ella, nada accedió, porque ya no era de su gusto, ya había obtenido de él lo que quería y además no le convenía seguir la relación porque su personalidad era un libro abierto ante él, ya no podría decirle mas mentiras porque él las descubriría, pues la conocía como si la hubiera parido.
Lo cierto es que la joven, que además tenía estudios universitarios y camuflada tras una noble profesión, confabulada con el padre de su hija, se habían compuesto para hacerse de dinero y de otos bienes materiales a costa de los ingenuos e infortunados que se enamoraran de ella.
Un trago amargo saboreó nuestro estafado amante y con el corazón hecho pedazos se quedo incrédulo y estupefacto por tanta vileza, por tanta maldad en el corazón de quien noble y verdaderamente había amado y a quien estaba dispuesto a darle todo cuanto tenía, porque creía haber encontrado al fin a la mujer que siempre soñó, sin atender que Dios ya le había dado la verdadera mujer de sus sueños, a su esposa.
Herido de muerte con las saetas del desengaño, el hombre regresó a su hogar con la mujer con quien siempre compartió, con su única esposa, la madre de sus hijos, quien en un acto de extrema dulzura le perdonó, le recogió, le colmó de amor para sanarle las heridas y lo rescató de aquella madeja de engaños donde había caído.
Abogado
crisantolgeon@gmail.com
Crisanto Gregorio León
Ya decían los romanos, no son los nacimientos los que hacen a la madre de familia, sino sus buenas costumbres.
Una de mis lectoras me envió un relato que quiso compartir para alertar a quien lo lea. El argumento no es nada nuevo pero es como una vacuna que hay renovar para inmunizarse.
Se refiere a un asunto donde juegan papel importante los valores familiares. Aconteció que un caballero con dos hijos y con un veintenar de años de matrimonio se encontró en la vida a una joven de aspecto anoréxico, de rostro agradable y de estampa de miss. Era una joven madre quien le confesó no vivir con el padre de su hija, cuando no era cierto. A todas estas, el hombre fue seducido por las argucias de esta joven y se desvivió por complacerla, por amarla, por darle todo cuanto le pedía. Ella escondía bajo sus ropas un deplorable cuerpo producto de su promiscua vida y sin embargo él la amaba, le proveía sustento espiritual y material. Pasado cuando fue un año, ella le exigía que se divorciase, cosa a la que él pensaba acceder, cuando llegando tarde de su trabajo se enteró que ella tenía otro amante. Se trataba de tres hombres con los que la joven vivía. El hombre se desplomó, estaba destrozado, la joven se había burlado de sus sentimientos, lo estaba usando, lo había desplumado y para colmo se pavoneó delante de todos sus conocidos con el tercero, con el otro, por lo visto con mejor cartera , que tenía un vehículo de mayor precio y en apariencia desprevenido de las artimañas de esta joven, salvo que estuviera actuando con malicia y no se engaña a quien se sabe engañado.
La joven una artista en fingir, una mentirosa compulsiva y una experta digna del Kamazutra , había herido mortalmente a nuestro incauto amigo, le había dado una estocada fatal, lo puso agónico , no pensaba , no dormía , no sabía ni que hacer . Y ella, no obstante el dolor que había causado, parecía un témpano, fría como si hubiese sido una gracia o un chiste venenoso. El engañado hombre, le suplicaba dejar esa vida, que él la perdonaría y sin embargo ella, nada accedió, porque ya no era de su gusto, ya había obtenido de él lo que quería y además no le convenía seguir la relación porque su personalidad era un libro abierto ante él, ya no podría decirle mas mentiras porque él las descubriría, pues la conocía como si la hubiera parido.
Lo cierto es que la joven, que además tenía estudios universitarios y camuflada tras una noble profesión, confabulada con el padre de su hija, se habían compuesto para hacerse de dinero y de otos bienes materiales a costa de los ingenuos e infortunados que se enamoraran de ella.
Un trago amargo saboreó nuestro estafado amante y con el corazón hecho pedazos se quedo incrédulo y estupefacto por tanta vileza, por tanta maldad en el corazón de quien noble y verdaderamente había amado y a quien estaba dispuesto a darle todo cuanto tenía, porque creía haber encontrado al fin a la mujer que siempre soñó, sin atender que Dios ya le había dado la verdadera mujer de sus sueños, a su esposa.
Herido de muerte con las saetas del desengaño, el hombre regresó a su hogar con la mujer con quien siempre compartió, con su única esposa, la madre de sus hijos, quien en un acto de extrema dulzura le perdonó, le recogió, le colmó de amor para sanarle las heridas y lo rescató de aquella madeja de engaños donde había caído.
Abogado
crisantolgeon@gmail.com
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