domingo, 19 de agosto de 2007

SANTO Y SEÑA

SANTO Y SEÑA
Crisanto Gregorio León

Todos estamos llamados a velar como buenos padres de familia por los bienes e insumos de la administración pública, al igual que nos lamentamos, preocupamos y sufrimos por la pérdida de aquello que nos ha costado trabajo y dedicación; en igual sentido debemos ser celosos guardianes de las pertenencias de la República y de sus instituciones.
Recoge el Código Civil venezolano, un aforismo de Derecho Universal, en razón del cual la buena fe se presume y la mala hay que demostrada; sin embargo, a esta concepción legal se contrapone un adagio popular que dice, piensa mal y acertarás. También el pueblo recoge el refrán: quien a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija.
Si hablamos de honestidad en el manejo gerencial de lo privado o de lo público, ciertamente hay gente verticalmente incorruptible, gente que tiene su norte en servirle al país y en dar el todo por el todo para que las cosas salgan de la mejor manera posible y que los recursos de las empresas del Estado y de las empresas del sector privado se utilicen con eficiencia y sentido de gestión corporativa, para provecho de todo el país, en lo que están interesados los destinos de la patria.
Sin embargo, de todo hay en la viña del Señor, las hipótesis son enésimas, también hay lobas y lobos con disfraces de corderas y corderos , gente que aprovechando la reconocida probidad y la buena reputación de otros, pueden escudar sus actos, acciones y manejos en un presunto halo de transparencia, porque nadie puede imaginarse que los delincuentes resuelvan fraguar sus corruptelas en las narices de todos, que la inocencia y la buena fe de muchos sea sorprendida por la argucia, astucia y la habilidad de muy buenos actores, pero muy malos ciudadanos.
Es prudente rememorar aquel pasaje que para algunos pertenece a los evangelios apócrifos y que por ser piadoso no causa daño y que recoge una vicisitud en la vida de Jesús, cuando huyendo la sagrada familia del pueblo en razón de la matanza decretada por Herodes, María coloca al niño en una cesta y justo al salir del pueblo un centurión la increpa preguntándole, ¿Qué llevas en la cesta mujer?, a lo que la madre de Jesús responde. Un niño señor. Entonces el Centurión le expresa, puedes pasar mujer, porque si llevaras ahí al niño no me lo hubieras dicho. Desde luego que con la distancia que guarda el ejemplo en razón de la celestial grandeza de María, a mucha gente no le son revisadas las maletas bajo la falsa creencia de que si las llevan delante de todos, mal pueden estar saqueando los bienes públicos o privados.
Muchos caen en la trampa de la supuesta honestidad y de quienes claman a gritos que se les investigue y se les revise su patrimonio y sus cuentas públicas o privadas en razón de un trabajo particular o de una gestión funcionarial y los hombres y las mujeres decentes sin atisbo de malicia deciden no indagar nada porque si alguien pregona tanto que se le revise seguramente no tendrá nada que esconder y es ese precisamente el ardid del delincuente y del corrupto. No nos dejemos sorprender por actitudes histriónicas y si alguien vocifera que se le investigue, entonces investíguesele, pues hay que tomarle la palabra. Pero para ese responsabilidad, no se llame a los incondicionales, sino a los expertos, que si sabrán señalar donde hay que buscar.

Abogado
crisantogleon@hotmail.com

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