domingo, 19 de agosto de 2007

EL EJEMPLO A LOS HIJOS

EL EJEMPLO A LOS HIJOS
Crisanto Gregorio León

Inevitablemente los hijos van asimilando la conducta de los padres. Rara vez un buen ejemplo resulta contraproducente. Por el contrario, la fortaleza moral con que se desenvuelven los padres constituye el andamiaje donde los hijos cimientan su estrategia de vida, su modo de ver el mundo y su conducta hacia él.
Con malos ejemplos, forjaremos resentidos, sociópatas, psicópatas o mentirosos compulsivos que generan un efecto de huevos de iguanas, como cadenas cuyos eslabones encuentran justificación solo en la concepción mental o pseudonormal copiada de los padres. Su producto final es por lo menos, un mal ciudadano o un hombre o una mujer de estériles aportes al crecimiento social, como una burda y artificial manera de coexistir en una especie de antagonismo funcional a lo bizarro.
El universo familiar se va alimentando de los aportes del padre y de la madre y reforzándose con los aditamentos que recoge de sus miembros, de tal modo que los hijos emulan conductas, porque inicialmente no disciernen lo malo de lo bueno, lo correcto de lo morboso. Van creciendo entronizando lo que los padres hacen o dicen de manera tan natural como el respirar y sin darse cuenta se nutren de la bondad o de la maldad.
Enseñamos a nuestros hijos a caminar a hablar a comer, pero equivocadamente también les trasmitimos nuestros defectos y nuestras particulares creencias, pensando que les hacemos un bien. A veces les estamos demoliendo la naturaleza transparente con que vinieron al mundo, configurando en ellos, verdaderos irresponsables, hombres y mujeres sin proyección de lo correcto y de lo respetable, imágenes de una vida de viveza criolla. Devastamos su pureza, dejando en la sociedad clon de un mal ciudadano, de mantenidos, de irreverentes, de personas sin el menor sentido de lo justo y de lo equitativo. Personas que justificando su propia esencia están convencidas de que lo que hacen o dicen es lo que les corresponde en justicia por la habilidad oscura con que pretenden desmembrar el mundo, pavoneándose en él como los dueños de todo y de todos.
Si les damos malos ejemplos a los hijos, estaremos creando criaturas sin respeto a nada ni a nadie. Sin respeto al orden social, sin respeto a las leyes, oportunistas e interesados. Hombres y mujeres que andarán por la vida haciendo y diciendo lo que les viene en gana, sin prudencia. Sin el legado de cultura y civilización que la humanidad ha tardado tanto en conseguir para dejar definitivamente atrás el estado de barbarie. En fin, estaremos haciendo malos ciudadanos y un futuro bizarro.
Evocando a Lester F. Ward “… el alma humana agregada al cuerpo, semeja una nave, donde el instinto constituye la máquina motora, donde el sentimiento el combustible y el timón la inteligencia desde donde se dirige toda esa embarcación a la consecución de algo bueno y útil”.
Si después de haber cumplido y aportado a los hijos todo cuanto nuestra alma, instinto, sentimiento e inteligencia nos permitieron, para hacer de ellos gente buena y útil y todo nos resulta al revés, nos queda el Señor de los cielos quien escuchará nuestras súplicas.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

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