domingo, 16 de diciembre de 2007

! NOS LADRAN SANCHO !

"¡Nos ladran Sancho!"
Crisanto Gregorio León

Es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática y otras se camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva admiración, el envidioso se "alegra de los fracasos ajenos "y "sufre con los éxitos ajenos"
Es obligatorio decir que no puede de ninguna manera existir un cristiano envidioso, porque sencillamente si es envidioso, entonces no es cristiano. La envidia y el cristianismo son términos excluyentes, son polos que se repelen, son características que no pueden coexistir en quien dice profesar la fe de Cristo.
Dijo Unamuno: La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.
No basta andar con la Biblia bajo el brazo y salir religiosamente emperifollado a las reuniones diarias, sabatinas o dominicales y saberse de memoria los capítulos y versículos. No es suficiente reunirse entre "hermanos" a hacer interpretaciones del santo libro, cuando la propia vida es una mentira y una contrariedad notoria entre lo que se dice profesar y lo que se hace realmente.
Blandir la Biblia en las congregaciones, elevar cánticos entre hermanos y sentirse los dueños absolutos de la salvación es un gran error entre quienes quieren dar una imagen de corrección y virtud, pero mantienen por envidia enemistad abierta o solapada con el prójimo.
Un grave error es también aparentar ser buen cristiano dentro del grupo al cual se pertenece , mientras se vive con engreimiento a espalda de los "hermanos" , pidiendo a Dios que se muera el prójimo porque no soportamos que posea lo que nosotros no tenemos.
Sencillamente al cristiano envidioso no le va bien, porque la envidia le quita la condición de cristiano. Una vez que deje de ser envidioso, entonces comenzará a ser cristiano y todo mejorará en su vida.
La mayor soberbia de un envidioso que dice ser cristiano , es no reconocer que le causa irritación y cólera la circunstancia de que al prójimo que no anda con la Biblia bajo el brazo le vaya mejor que a quien se alaba de estar a salvo de la condenación eterna.
Ya nos dijo Benavente: es tan fea la envidia que siempre anda por el mundo disfrazada y nunca más odiosa que cuando pretende disfrazarse de Justicia.
Ahora bien, no son los cielos los que están precisamente llenos de envidiosos, por el contrario existen muchos que se dicen cristianos y viven a diario un verdadero infierno por no cambiar de actitud ante la vida, por no vencer sus propios demonios internos que dominan su espíritu.
Actitudes de envidia se manifiestan de muchas formas, entre las que se pueden mencionar algunos ejemplos; "Hay que ver el auto que se ha comprado el vecino, ¿de donde sacara el dinero?", ¿Viste la casa que está construyendo el vecino, porque las bases son mejores que las nuestras?
Pierre Corneille, dijo que cuanto más bondadosamente tratamos a quien nos odia, más armas le damos para que nos traicione. Desde luego que se refería al hombre y a la mujer envidiosos que maquinan hasta en sueños la forma y la manera de entorpecer y colocar trabas a la vida del prójimo y es mejor si en ello va su destrucción. Imagínense entonces que el envidioso fuese quien se jacta de ser cristiano. Eso es una aberración del alma y un desperdicio de tiempo asistiendo a la iglesia.
La envidia es la incapacidad de alegrarse con el éxito o triunfo del prójimo. Hace mirar el éxito ajeno como fracaso propio. Es la sombra de la admiración; cuando alguien siente que otro merece admiración, y se niega hacerlo, se transforma en envidioso. El envidioso tiene los sentimientos invertidos, exactamente opuestos a la voluntad de Dios.
La envidia es un cáncer espiritual que corroe el corazón y los huesos. Es una verdadera enfermedad del alma, hay que confesarla como pecado y pedir a Dios la sanación interior.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

No hay comentarios: