jueves, 10 de noviembre de 2011

Las cosas no son como son sino como somos
Crisanto Gregorio León
Abogado

Ciertamente, todo depende del cristal con que se mire. Incluso, hay quienes desde la propia subjetividad según como sea su naturaleza, pueden ver un vaso que contiene agua a la mitad, medio lleno o medio vacío. Ya bastante se ha dicho del carácter optimista de quien lo ve medio lleno en el sentido de asumir la óptica de la vida con un cristal que le permite ver y juzgar las cosas considerando su aspecto más favorable.
Por otra parte, hay quienes observan la realidad con mayor rigor, sin advertir en las circunstancias el abanico de posibilidades que se presentan, percibiendo exclusivamente los extremos, blanco o negro; evitando y rehuyéndole al arcoíris de las posibilidades.
Una vez ocurrido el nacimiento y pasadas como sean en condiciones normales las etapas de la vida; irremediablemente se sucede la muerte. Digo en condiciones normales pues los accidentes y las enfermedades ocurren pero no podemos vivir bajo el miedo de que algo macabro nos sobrevenga.
Entre el nacimiento y la muerte ocurren diversidad de eventos que hacen de la vida el mejor de los regalos que nos ha dado Dios. Para Séneca “la vida no es ni el bien ni el mal, sino su escenario”. Y en los escenarios de la vida las posibilidades son infinitas.
Por qué no pensar más bien que algo bueno y maravilloso espera por nosotros, que las cosas no son casuales sino causales desde una visión entusiasta, con animosidad desde una óptica positiva y con la ilusión de vivir lo que la vida nos presenta, sin llenarlo todo de peros en vez de peras; es decir, encontrándole a todo excusas en vez de frutos, amargándose la posibilidad de ser feliz.
Debemos ser menos voraces cazadores de aspectos negativos para dimensionar la vida y las cosas con amor. “Para que el amor sea verdadero, nos debe costar. Nos debe doler. Nos debe vaciar de nosotros mismos”. Madre Teresa De Calcuta.

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