viernes, 18 de noviembre de 2011

El tiempo maravilloso de Dios
Crisanto Gregorio León

Cual excelsa bendición es conocer la esencia y la hermosura de Dios, pensando en el privilegio tan grande de haber nacido y ser parte de este maravilloso mundo y participe de los planes del creador. Por cuanto esos propósitos van mas allá de lo que hacemos, creemos, pensamos y percibimos según nos fue enseñando en el transcurso de nuestras vidas.
Es extraordinario sentir cada mañana al levantamos, la brisa acariciando nuestra piel, comprendiendo que se trata del amor de Dios dándonos aliento, permitiéndonos avanzar en todo el quehacer de nuestro diario vivir.
De pequeños nos enseñan y hablan de lo bueno que es Dios; aunque escasamente nos dicen de las grandes y reales posibilidades de tener una estrecha relación con Él.
A medida que crecemos, nuestras vidas van adoptando paradigmas e ideologias buscando cosas a nuestras conveniencias, sin darle cabida a la verdadera hermosura del amor de Dios.
Nos enredamos en los conflictos y exigencias de la sociedad e igualándonos a ellos nos volvemos espectadores, olvidándonos ser protagonistas y tomar esa bendición que Dios ha instaurado antes que naciéramos.
Si nos sentáramos a reflexionar y a buscar el por qué de las cosas, se nos iría mucho tiempo en pensar y repensar. Es momento de tomar lo que Dios preparó para ti y para mi, haciéndolo nuestro, actuar y avanzar a un mundo donde la necesidad de Dios es imperiosa, demostrando con nuestras vidas que Él transforma, cambia, restaura y trae sanidad a nuestros corazones.
Solo es dar un paso y decir “Dios te necesito quiero conocerte, amarte, sentirte, que seas la esencia de todo lo que hago y que yo sea el reflejo de tu amor dondequiera que me encuentre”.
Esto es posible cuando abrimos nuestro corazón y decimos “heme aquí tu siervo soy yo”.
Entonces conocerás las indescriptibles sensaciones que Dios nos da… desde ese mismo momento seremos transformados para bendición de otros.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

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