sábado, 28 de junio de 2014

Le tienen el hambre a mi hijo

Le tienen el hambre a mi hijo
Crisanto Gregorio León

                Con su característica jerga, una madre alcahueta  ante la evidente falta de su hijo, en la que se le ha visto cometiendo fechorías por múltiples testigos, reacciona a la defensiva justificando la predelincuencia de su infante, gritando a todo pulmón; “es que a mi hijo le tienen el hambre”.  Y desencadenando un escándalo tumultuoso, hace alarde de su malandraje lenguaje para hacer que su hijito se salga con las suyas y quede impune de las fechorías que desde temprana edad comete cuando no pudo más con él y le dejó  tomar la calle.
                No quiere que a su hijo se le llame por nada la atención, se hace la sorda y la ofendida si alguien  le lleva alguna queja de su retoño. Es que a su pequeño,  todos le tienen envidia y las conductas predelictivas  en las que se mantiene bajo elamparo materno,  son inventos de la gente que le tiene mala voluntad.  No lo recoge de la calle y le ampara las juntas con otros que también están haciendo carrera predelictiva, preparándose para graduarse de delincuentes a lo que tengan 18 años de edad, porque desde pequeños sus madres  y sus padres le han dejado  ser un azote.
                Tal vez en una madre joven podría entenderse la ligereza de las palabras y las actitudes de inmadurez, por su propia inexperiencia; pero en una mujer madura es labrarle al hijo el camino para que sea un inquilino seguro de la cárcel cuando cumpla la mayor edad. O  para que se incorpore con prontitud en alguna correccional o centro para menores delincuentes o perdón para menores transgresores o adolescentes comprometidos penalmente. Sin perjuicio de las responsabilidades civiles que deben pagar  los padres.  
Para nada piensan los padres que pueda ocurrir que alguien cansado de las fechorías de su adorables retoños, haga algo incorrecto, también delictivo y penalmente castigado, pero pueda tomar la justicia por su propia mano, lo que una persona sensata y respetuosa de las leyes no haría, o que se encuentren con otro retoñito igual que no esté dispuesto a aguantarle ninguna fechoría a su adorable muchachito.   
                Mientras hay quienes piensan en ser mejores personas , otros solo piensan en salir airosos de sus mentiras y echárselas de personas astutas, que nadie les gane, así sea en tapándole las conductas predelicuenciales a sus hijos.  Porque una cosa es la conducta inocente e involuntaria tal vez de un niño y por la que no tiene malicia en hacer algo malo y otra muy distinta es la reiterada conducta de un hijo que se le nota la altivez, la jactancia y la maldad en sus mirada, en sus gestos retadores, con una desvergüenza a tal punto de manipular a sus padres que a su vez se dejan manipular de sus hijos porque son ellos quienes están HACIENDO UN DELINCUENTE.
                Quien manda en la casa, no es la autoridad materna, ni paterna, es la altanería del hijo que los domina a ambos, unas veces fingiendo ser un ángel bueno y otras veces desatado como un verdadero demonio.  Pero la madre o el padre o ambos , le encubren  y justifican en todo momento y no ven hacia el futuro cundo tengan que llorar por no haber orientado a su niño a su hijo.
                Seguramente, esas madres y esos padres alcahuetas, conocen eldecálogo para hacer un delincuente. 1. Comience desde la infancia dando a su hijotodo lo que pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece. 2. No se preocupe por su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente. 3. Cuando diga palabrotas, festéjeselas. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas. 4. No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad. 5. Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás. 6. Déjele leer todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura. 7. Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre. 8. Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar. 9. Satisfaga todos sus deseos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones. 10. Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo. Es decir, todos le tienen el hambre a su retoñito.
Abogado

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