lunes, 28 de abril de 2008

"FATIGAS PERO NO TANTAS"

"Fatigas, pero no tantas”
Crisanto Gregorio León

Del pensamiento del gran bardo español Manuel Machado recordamos una frase de hondo contenido reflexivo: "Fatigas, pero no tantas, que a fuerza de muchos golpes hasta el hierro se quebranta".
He querido tomar esta inspiración filosófica y poética, para poner sobre el tapete la función de las universidades en la formación no solo de profesionales sino de ciudadanos útiles para la vida, dentro de un proyecto personal y también colectivo.
Y es que hay circunstancias en las que se someten a los estudiantes a tantas “fatigas injustas” propiciando su deserción. Sin la debida sensibilización social destruyen la buena disposición del alma para mantenerse o integrarse en la construcción de una sociedad de hombres buenos y útiles.
En tal sentido cuando la actividad universitaria por afán de sus docentes y autoridades, se desvincula de su esencia o de su ley motive, empeñándose en quebrantar las aspiraciones de la gente a acceder a los estudios superiores y a fuerza de muchos golpes no precisamente académicos, le sesgan el camino para obtener las titulaciones que lo integren o mantengan dentro del engranaje funcional del sistema social que se presume va en evolución y no en involución, entonces la universidad no está formando ni está cumpliendo un rol social.
Se critica a la educación privada, pero quienes la prefieren en vez de la educación pública, deciden sufragar sus estudios pagando de su propio patrimonio para obtener de esas instituciones y de sus profesores lo mejor de ellos como docentes y como personas; no quieren someterse a las “fatigas injustas” de docentes que puedan padecer de estrabismo académico, confundiendo la misión y la visión de la universidad, con sus intereses inconfesables que distan mucho de lo académico.
Cuando se escoge la educación pública no gratuita, como en el caso de los postgrados donde se debe pagar por ellos ; en igual sentido los estudiantes o participantes lo hacen no solo buscando lo mejor de los docentes como profesionales en sus áreas del conocimiento , sino también lo mejor de ellos como seres humanos.
En cualquiera de los casos, lo que no se desea es que el pretexto de lo académico se constituya en la cortina de humo para cometer injusticias.
La universidad además de fuente de conocimiento, debe precaver y proyectar la actitud institucional y docente, para no desarraigar a los estudiantes y participantes de su mejor decisión personal, cual es ser un ciudadano con estudios. Que el querer estudiar y el querer formarse no configure para el profesor una osadía a la que hay que ponerle barreras. Sino reconocer el derecho a la educación y fomentarlo, Y que la moral y las luces adornen también al staff de profesores. Es tarea de las instituciones de educación superior formar y educar, siendo opuesto a su función social, sentar las bases para truncar los derroteros del crecimiento intelectual y académico de los hombres y mujeres de la patria.
Evocando a Lester F. Ward “… el alma humana agregada al cuerpo, semeja una nave donde el instinto constituye la máquina motora, donde el sentimiento es el combustible y el timón la inteligencia desde donde se dirige toda esa embarcación hacia la consecución de algo bueno y útil”.
Sería absurdo que las universidades motivaran la destrucción de lo humano, dejando el cuerpo con puros instintos primitivos como una embarcación sin rumbo, cuyo combustible sea el resentimiento social, y con un timonel fatigado de buscar lo mejor en los de su especie, porque fueron tantos los golpes que quebrantaron su alma.


Abogado
crisantogleon@gmail.com

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