miércoles, 12 de octubre de 2016

Infierno en la oficina




Son muchas las situaciones en las relaciones interpersonales que se encumbran en una oficina, desde la anhelada total armonía, tal vez utópica pero deseada y buscada, en la que  todo fluye con alegría, confianza y naturalidad de ánimo y otra la guerra encubierta donde se desatan agrios desencantos porque algo no está marchando como se aspira. Y voy a ser claro en este punto, porque la deshumanizada actitud de alguien, el despotismo y la prepotencia de un liderazgo artificial solo generan rostros desencajados y espíritus afligidos; propiciando que la gente le saque el cuerpo a quien que no goza de ascendencia por ser camaleónica tiranía. Y tal vez le dirijan la palabra o le escuchen o inevitablemente les toca verle el rostro porque no queda de otra. Pero se trata de jefes o jefas no deseados y que debilitan el buen ánimo por hacer el trabajo con alegría.
El rendimiento del personal es mayor cuando tiene un jefe o jefa que es auténtico o auténtica. En el sentido de tratarse de una persona transparente, donde la diafanidad y el dialogo sean atributos para no pisotear la dignidad de nadie. Y donde la expresión “trabajo en equipo” no obedezca a artimañas para enseñorearse y burlarse de la dignidad ajena. Porque en realidad el jefe o jefa no cree en el trabajo en equipo, sino en humillar y denigrar a quienes tienen obligatoriamente que adherirse porque necesitan un trabajo, porque es su sustento y del que come otra gente y hasta el enfermo de la casa y por efecto de este liderazgo despótico deben quedarse silentes y sin poder ni siquiera hacer uso del derecho a la defensa,  tampoco poder expresar sus ideas porque son avasalladas por delirios de grandeza y demenciales jugarretas de la mente de un jefe o jefa.
Pero al encontrarnos con gente de doble cara, y no precisamente como el Dios Jano de la civilización romana que miraba simultáneamente hacia oriente y occidente y en ello lograba equilibrar el cosmos. Sino de antilíderes que insisten en doblegar el espíritu humano -incluso de quienes fueron sus compañeros de labore - , para mantenerse en el puesto muestran una cara bonachona a quienes les colocaron de jefe o jefa mientras haciendo alarde de su circunstancial autoridad tiene un rostro desagradable y un alma autoritaria para con el personal. Y a diferencia del Dios Jano, esta doble cara causa desequilibrios en la oficina y en el ambiente laboral. A veces es un secreto a voces. 
Los déspotas se sostienen por el engaño y la maldad que manejan astutamente, a veces por la ingenuidad de gente buena que cree en ellos o ellas. Pero mientras el déspota ríe muchos sufren el agobio y el agravio  de una personalidad perturbada y perturbadora. 
Dale poder a un hombre o a una mujer y conocerás su verdadero carácter y conocerás su verdadero corazón. Esta situación me recuerda a la persecución de los cristianos y una expresión del  tirano emperador Nerón, quien con un alma dañada expresó “si tuvieran una sola cabeza se las cortaría de un cuajo”. Así un jefe o jefa perversa, mantiene la crispación en la oficina subestimando a las personas y no las percibe como equipo ni como prójimo, sino como contrincantes a quienes hay que vencer y sojuzgar. ¡Habrase visto!  ¿Acaso amigo lector, estás viviendo algo parecido?  

3 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente articulo.

Unknown dijo...

Excelente articulo.

Unknown dijo...

Cualquier parecido ...