miércoles, 12 de octubre de 2016

¿Estás siendo la mejor persona que puedes ser?

¿Estás siendo la mejor persona que puedes ser?
Crisanto Gregorio León

Recuerdo al Dr. José Gregorio Hernández, mi epónimo  cuyo nombre llevo y cuyas virtudes principales, fueron la caridad, la bondad, las buenas acciones, la actitud amorosa hacia los enfermos y los necesitados, el desinterés personal en obsequio a los demás, no se hacía de rogar ante la aflicción de quien a él recurría. No era un hombre de guardar silencios perjudiciales para no atender a quien a él acudía. Siempre daba respuestas amorosas y para dar su mano amiga y su ayuda no distinguía incluso entre quienes lo querían y entre quienes lo adversaban.  Veía en cada ser humano, al propio Cristo, amaba al prójimo como se amaba él mismo, aunque misericordemente  se entregaba al descuido de su propia persona para ayudar a otros.
Un hombre de Dios, de sinigual compostura y espíritu de entrega, devolvía incluso en repetidas ocasiones sus honorarios al ver la necesidad de su hermano y  con una mirada clara llena de bondad.
Corren tiempos en los que  nadie está mirando atrás para perjudicar a otros, y no solo no ven hacia atrás, tampoco  ven hacia delante, cuando deban dar cuentas a Dios de sus actos.  Todos nos creemos de hierro y que nunca moriremos, pues los otros son los que morirán. ¡Que engaño! 
¡Que terrible! , cuanto desconsuelo debe experimentar el Señor de los cielos, cada vez que se violan sus mandamientos, especialmente cuando se violan intencionalmente. Sobre todo cuando se selecciona exprofeso a quien perjudicar de manera abierta o encubierta.  De tal forma disfrazada para que nadie se entere, de bajo perfil,  concediendo favores a otros para sentirse aliviados de culpas, pero ensañándose con uno o unos  en particular.
Podemos leer en Marcos 12:31 “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El apóstol San Pablo lo recuerda: «El que ama al prójimo ha cumplido la ley. En efecto, lo de: no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo. La caridad es, por tanto, la ley en su plenitud» (Rm 13, 8-10).
Saber y constatar que hay quienes de manera fría y calculada o bajo un silencio cómplice que los convierte en autores hacen o dejan hacer infamias e injusticias a sus hermanos o semejantes y cuyas sonrisas por la maldad que envuelven solo es aplaudida por el propio lucifer.
Nadie quiere asumir el mal que hace o que deja que otros hagan por ellos o se presta para hacerlo  y sabiendo que llegará el momento en que estén ante el tribunal de Dios,  se desentienden de eso creyendo que nunca llegará el juicio y el Señor exclamará: ``Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí, todos los que hacéis iniquidad”. Allí será el llanto y el crujir de dientes.
Si pensáramos sobre todo el tiempo que permaneceremos muertos, seríamos mejores personas el poco tiempo que permaneceremos vivos.

Profesor Universitario





2 comentarios:

Unknown dijo...

Excelente artículo.La formación cristiana es indeleble y regocija a quien la sigue.

Unknown dijo...

Excelente artículo.La formación cristiana es indeleble y regocija a quien la sigue.