sábado, 24 de mayo de 2008

LA PALABRA

Crisanto Gregorio León

Los hombres y las mujeres de honor, se reconocen con facilidad cuando respetan la palabra que han empeñado. En otrora, la palabra empeñada era de tal trascendencia que quienes así se comprometían no les era necesario firmar un papel para cumplir aquello que por el uso del verbo que salía de sus bocas era suficiente sello como para ser honrado y cumplido tal como era manifestado, tal y como era convenido.
Ahora nos encontramos con hombres y mujeres que con una descarada facilidad dicen y se comprometen a hacer cuanto las circunstancias le exijan para acomodaticiamente quedar bien en ese instante de tiempo y al momento de hacer efectiva la palabra por las que se les dio crédito, inventan y esgrimen cuanto argumento puedan y tengan para no cumplir.
Es que cuando las personas cumplen la palabra empeñada, gozan de buena reputación y de solvencia moral, en caso contrario su palabra es sinónimo de descrédito, de deshonor, de deshonra. Una persona así, es de baja ralea, es un vulgar delincuente cuya palabra es un cheque sin fondos, es un parapeto ambulante con el pestilente hedor de quien ha caído en un pozo séptico que no logra disimular ni con la fragancia más costosa.
La palabra dada y aceptada entre personas de honor es el compromiso de una contraprestación futura y su incumplimiento es una burla, un irrespeto, una insolencia hacia quien ha creído y para quien se ha hecho creer. Dicho de otro modo, una persona sin palabra es una desvergüenza para si misma y para sus congéneres, porque no solo comporta una desconsideración para quien creyó en ella o en él, sino para su propia persona.
Si las personas acostumbradas a deshonrar, desconocer y a faltar a su palabra, tuvieran una mediana inteligencia respecto de lo que se hacen a sí mismas, seguramente se conducirían en la vida de una manera más responsable para gozar de la admiración y el respeto de su entorno y hasta más allá.
Una persona sin palabra desde luego es una persona mentirosa. Así los refranes recogen “que quien no cumple su palabra al fin su desdicha labra” y “que quien no cumple su palabra a las consecuencias se atiene”
Además, la mentira como una expresión de falsedad es una patología en quienes les encanta engañar a través del histrionismo , del teatro , para hacerle creer a los demás , lo que no es cierto y lograr embaucar al más prevenido hasta con lágrimas de cocodrilo.
A quienes les gusta engañar a los demás, su palabra jamás será auténtica, porque siempre habrá dentro de ella algún subterfugio para incumplir los compromisos.
Por eso, cuando no se cumple la palabra, se pierde el honor y cuando se pierde el honor va todo de mal en peor.
Infortunadamente, las personas sin palabra y sin honor, engañan a las personas honestas, a las que no tienen resabios, porque nunca han pensado no cumplir y ven en su propia condición la honestidad del otro, porque desgraciadamente, “no hay nada más fácil que engañar a un hombre honrado”. Nunca prometas, lo que cumplir no cuentas.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

jueves, 15 de mayo de 2008

La universidad y el ganar, ganar

La universidad y el ganar, ganar
Crisanto Gregorio León

Es determinante, preguntarse cuál es la utilidad social de la universidad. Y si realmente cumple con ella o es una adjetivación etérea para justificar una nómina docente o una burocracia lerda. ¿Cuál es el propósito de su creación y de su funcionamiento? ¿Atiende la universidad actual en lógica evolución a la primigenia idea que le da sentido, necesidad e importancia? Si ella se creó entre otros objetivos para brindar sustento o basamento científico y racional a la población, así como egresar profesionales que catapulten el desarrollo de la nación, ¿entonces marcha a tono con lo que se aspira y espera de ella en armonía a la diversidad del pensamiento?
Una ubicación estratégica del pensamiento y accionar docente donde se persiga el triunfo de los estudiantes o participantes le da sentido a la existencia de la universidad, mientras que unos propósitos ajenos a esos derroteros son una negación de la esencia de esas casas de estudios.
La universidad por el accionar y desempeño de su cuerpo de docentes debe apostar al éxito de sus estudiantes o participantes, porque sus victorias, triunfos y laureles, indican que la institución lo está haciendo bien. Porque no solo se preocupa por egresar gente con competencias para el desempeño profesional, sino que atiende la parte emocional de los jóvenes, hombres y mujeres de la patria.
Es primordial que el docente universitario reconozca las cualidades del estudiante o participante como un recurso maravilloso en la tarea social que se atribuye. Porque dentro de los objetivos universitarios está también generar hombres y mujeres con autoestima. Y nunca el criminoso torpedeo de la valía de quienes confiaron en la universidad para su formación.
Ha de recordarse que la universidad no solo forma para el desempeño cualificado de una profesión, sino que también tiene en sus manos a seres humanos que son una compleja composición de emociones y sentimientos, por cuya experiencia educativa tendrán una visión del mundo positiva o revanchista ante la sociedad.
No se quiere hombres y mujeres con frustraciones producto de nefastas experiencias educativas, que no logran sus titulaciones académicas por haber caído en manos de profesores que no comprenden su función como instrumentos para facilitar el triunfo de sus estudiantes y no para truncar las aspiraciones de los hijos de la patria.
La excelencia académica que se aspira del estudiante o participante, ha de responder a la excelencia académica y al virtuosismo humano del docente universitario.
Muchos son los que han abandonado sus estudios, porque el docente ha apostado a la derrota del estudiante o participante, sin digerir que su actuación es reflejo de la política educativa institucional y el triunfo de aquellos, lo es también de la universidad.
Pero, cuando los estudiantes o participantes son derrotados no obstante colocar su empeño y esfuerzo, eso debe dolerle grandemente a la universidad, porque es señal inequívoca de que algo no está funcionando bien intramuros.
Cuando los enfoques y los intereses están claros, es fácil el desempeño bajo el paradigma ganar, ganar. Si lo que se desea es el éxito y no el fracaso del estudiante o participante, que refleje la utilidad de la institución universitaria. Pero si lo que se quiere es fomentar el forjamiento gente lastimada por las secuelas de terroríficas experiencias educativas, entonces la universidad esta realmente mal y debe revisarse.
Y es que el desenvolvimiento docente universitario, debe perseguir una interrelación donde gane la educación y bajo ningún concepto se torpedee el afán del estudiante o el participante en formarse y en adquirir las competencias que lo cualifiquen para el ejercicio pleno y feliz dentro de la sociedad que queremos.
¿En verdad la universidad se ocupa de la función social que le atañe? ¿O acaso lo social es una evocación teórica sin pragmatismo ni ejercicio real? , siendo solo esa adjetivación como una cereza al borde de una copa.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

Camioneta súbita y las obras del sur

Camioneta súbita y las obras del sur
Crisanto Gregorio León

Meditando sobre los beneficios que la primera autoridad de un municipio ha hecho por su pueblo, me viene a la mente el caso hipotético de aquella que al verse con la primera avalancha de dinero para una gran obra en su jurisdicción se atragantó a tal punto que su obra inaugural fue comprarse una camioneta nueva, para su uso personal y la de sus familiares. Y se repartió el botín presupuestario con la contraloría municipal y la contratista.
Aquí evoco la frase, según la cual a la mujer del César no le basta con ser honesta, sino que tiene que parecerlo.
Y desde luego no parecería honesta la actitud de una autoridad que vociferando su alta rectitud, ostenta a los pocos meses de su toma de posesión en el cargo, una camioneta de precio tan descomunal, que no podía justificar con su salario.
Pero, seguramente mis lectores sabrán que esto es pura fantasía, que es un cuento producto de una imaginación fecunda, pues no podría existir una persona con un descaro tan monstruoso, como para robarse continuamente el dinero para las obras del pueblo en connivencia con los contratistas y la anuencia de la contraloría municipal, porque en algún momento la descubrirían.
Una primera autoridad municipal que tiene su norte en enriquecerse y ensanchar su patrimonio personal y en contraposición el sur de su gestión es el pueblo, es decir, el sur es el fondo, el patio trasero donde se tiran los desperdicios, el sur es lo último, el sur es lo olvidado. Y lo peor del caso es que no tiene moral para reclamarle a los contratistas ejecutar las obras porque han sido tantos los guisos y los pimentones, en las reparticiones del presupuesto que no tiene cómo exigirles que cumplan.
Y entonces, por privilegiar sus apetencias personales colocando como su norte asaltar a la alcaldía, deja al pueblo como el sur de su obligación y este sur es burlado, es timado y es robado sin ninguna vergüenza. Y los vecinos recuerdan, aquella camioneta súbita, en la cual se paseaba y regodeaba su primera autoridad, como la mujer sobre la bestia de la cual habla la Biblia, mientras entre juramentos los engañaba tomando el nombre de Dios en vano.
¿Cuánto atropello, cuanta desvergüenza puede exhibir una autoridad? Pues bien, hará todo cuanto el pueblo le permita. Pues el pueblo debe ser el norte de su gestión y jamás debería dejarse descalabrar nuevamente como si se tratase de un polo opuesto, al sur de sus obligaciones.
Cada pueblo elige su destino y cada pueblo tiene lo que se merece, de tal suerte que el pueblo debe mantener el recuerdo intacto del origen súbito de las riquezas de su alcaldesa o de su alcalde y calibrar si lo que quiere es un gerente que tenga por norte lo mejor para su pueblo o que por el contrario tenga al pueblo como el sur, como el fondo de la casa donde se arruman los chécheres y los desperdicios.
Imagínese, cuantas cosas buenas y bellas tendría un pueblo, si en vez de una alcaldesa o un alcalde corrupta o corrupto, como en el caso imaginativo de este artículo, hubiera tenido a un gerente responsable que nada se roba y todo lo invierte en el pueblo , que durmiera con la conciencia en paz y que jamás se viera necesitado de tranquilizantes y hospitalizaciones intempestivas por problemas con los nervios cada vez que piensa que en algún momento le descubrirán y le harán preso o presa para purgar sus delitos en la cárcel.
Abogado
crisantogleon@gmail.com