viernes, 14 de septiembre de 2007

!QUE DE BALAS!

¡QUE DE BALAS!
Crisanto Gregorio León

En cualquier esfera los celos son agentes de destrucción, en el trabajo, en la familia, en la vida de pareja, en los estudios; pues una cosa es albergar en el corazón el sano sentimiento de procurar lo mejor para la gente que estimamos, y otra cosa es llenarles la cabeza de basura que persigue descompensar su estado emocional, desequilibrando su percepción de la realidad por la introducción de elementos contaminantes que generan confusión en su visión del mundo y de la vida, solo para lograr de ella o de él , lo que en situaciones naturales y no alteradas jamás podríamos conseguir.
La gente maliciosa inventa un escenario de batalla y de odio para sentirse importante ante quien quiere adular, y quien es susceptible a la lisonja cae presa fácil del ardid y en su afán de curar su orgullo herido, da rienda suelta a la venganza cometiendo injusticias, generando tempestades en las que se crean enemigos, se deja gente descontenta y hasta se fabrican mártires.
En todo caso cuando de disparos verbales se trata, es prudente, valorar la intención de quien los hace y determinar a quien o a que pueden estar dirigidos; por tal suerte que ante situaciones sobre las que no tengamos certeza, lo mejor es la cautela y por lo general es aconsejable no darse por aludido y mucho menos recoger los casquillos para guardarlos, porque ellos son los resentimientos que hacen estallar la cólera que es la verdadera pólvora que persigue destrucción.
Cuando las balas solo son de salva, porque el arma no está cargada con municiones auténticas, solo persiguen producir un efecto de ruido y fogonazo aparentando lo que no es real. No creyéndolos artificiales, los disparos pueden causar disgusto en quien los presencia si no está prevenido, o un verdadero susto si algo tiene que esconder, porque quien algo debe, a todo le teme. Los disparos de salva pueden lograr que el enemigo desinformado huya o se ponga a buen resguardo o en cualquier caso que la precaución sea la mejor consejera.
Como el sentido común es el menos común de todos los sentidos, excepcionalmente en momentos críticos alguien aconseja a otro que “no coma casquillos”, previniéndole de no cometer errores en contra de un mejor juicio, para no apresurarse en tomar decisiones bajo la influencia de elementos meramente circunstanciales; porque puede ocurrir que las apariencias engañen o solo deseen provocar reacciones desfavorables en su propio perjuicio.
Es elemental tener presente que “entre dos que pelean hay un tercero que ríe”, sobre todo cuando el demonio de los celos y de la envidia se apodera del corazón de alguien.
¿Quién no ha perdido un buen amor, o una amiga o amigo por haber creído en los chismes de un tercero que sentía celos de aquella relación?
¿En cuántas oportunidades alguien tomó una decisión equivocada por la influencia maligna de quien solo pensaba en sus propios intereses?
La vida está llena de ejemplos en los cuales, la gente comete errores o injusticias, por inocente o por incauta, o por vanidosa u orgullosa, o porque conociéndole sus defectos, otra persona saca provecho de ellos en perjuicio de los que no estima o porque envidia la suerte de otro u otra.
Más de uno hace que otros contiendan en batallas ajenas y en las que no quiere arriesgar su propio cuero, viendo con regocijo la destrucción del enemigo que no es capaz de enfrentar abiertamente o que aún dando la cara lo hace bajo la protección de la impunidad, en la que juegan papel siniestro, la mentira, la ocultación, la deformación de la realidad, la venganza, la envidia, la perversión y toda clase de sentimientos fútiles.
Cuando alguien insiste en utilizarnos para flagelar y destruir a alguien que goza de nuestra estima, o de alguien que no tiene porque albergar odios y resentimientos en nuestra contra, o de alguien cuya conducta parece lesionarnos cuando en realidad no es así, no hagamos de esa persona un mártir sintiéndonos amenazados por las balas de salva de una batalla artificial, diseñada para engañar nuestra credulidad.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

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