sábado, 16 de septiembre de 2017

La verdad que te deja en evidencia…

La verdad que te deja en evidencia…
Crisanto Gregorio León
                
Hablaré aquí de la criminalidad en esferas menos insospechadas. Sitios donde para nada se te puede ocurrir que hay gente con doblez y bajo perfil, con ropaje de gente decente y  en quien por su oficio o por su presunta dignidad, no asoma ni la más mínima sospecha de su mente retorcida. Evidentemente los ladrones no avisan cuando van a robar. O sea, no previenen a las victimas pues se arriesgarían a ser descubiertos y de ese modo no lograrían sus sorpresivas vagabunderías.
                 Pero si tú te enteras de que ha habido un robo o un hurto y conoces al ladrón o  a la ladrona ; es decir,  conoces a quien bajo el halo de “persona correcta” ha cometido el robo o el hurto  y tienes todos los elementos del cuerpo del delito, pues las evidencias son tangibles e incontrastables y a pesar de ello tú te empeñas en  justificar al ladrón, e incluso   envías la victima a dialogar con el ladrón no para que devuelva lo robado o hurtado sino para que le rienda pleitesía a su victimario y el ladrón entonces se dé el tupé de decirle a la víctima  las causas por las cuales le robó algo que es legítimamente suyo y para que  además la victima deba salir convencido o convencido  de esa farsa de  diálogo o charla desigual en la cual a la final la víctima es la culpable de que él o ella le  haya robado y además  debe quedarse callada,  en silencio y sin armar aspavientos de lo que le robaron y sin chistar . Entonces tú  te debes revisar porque al igual que la ladrona o el ladrón  no tienes a Dios en tu conciencia. Y eres cómplice, colaborador en el delito, encubridor o coautor. Nos dijo Víctor Hugo, la conciencia es la presencia de Dios en el hombre y quien no tiene a Dios tiene al Diablo.
Cuando te aprovechas de tu puesto o cargo para robar o hurtar y luego hacerte el desentendido o la desentendida y empezar a argumentar a favor de lo injustificable y buscas alianzas para que te respalden y te concedan la razón, lo que has dejado en evidencia es que eres una delincuente o un delincuente, así el resto de la gente tenga de ti una opinión diferente, ya te descubriste ya dejaste ver tu personalidad , y estás  a la sombra del infierno,  se te ha visto la costura, no eres persona de fiar, tiras la piedra y escondes la mano.   Solamente te creen los burros de tu mismo pelo.  En cambio cuando Dios te coloca en un puesto  o cargo para servir a la justicia y a la verdad;  debes ser consecuente con la imagen ética que se espera de ti y hacer cuanto tus prerrogativas y competencias te otorgan para que la justicia, la verdad, el honor, el decoro, el respeto sean restaurados y sea desagraviada  la víctima del robo o hurto y la consideración debida  a esa persona se haga efectiva por haber sido  objeto de un acto tan flagrante que ha dejado todas los rastros.  
Es como el delincuente de cuello blanco que en su escritorio en una oficina furtivamente con su bolígrafo o en su  ordenador altera documentos y cifras, para cometer delitos informáticos o hurtar lo que es de otro cristiano y sacar beneficio para sí o para un tercero,  igual está cometiendo un delito y  no es una persona correcta, tiene por tanto una doble personalidad. Una que muestra a la gente decente con la que trabaja y otra que deja ver en sus acciones al margen del decoro, del honor, del respeto, de la consideración y de la ley.
“El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad.” Albert Einstein
Columnista

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