domingo, 8 de mayo de 2011

El nacimiento de El Salvador

Por Crisanto Gregorio León

Nacimiento excelso del niño Salvador, para recibir la inocencia que nos hace realmente libres. Es la buena nueva para mostrarse conforme lo hizo cuando hombre con Nicodemo en la explicación del renacer en el espíritu. Volver a ser como un niño para entrar al Reino de los Cielos. Germinemos con la ingenuidad de un infante para saborear los delicados manjares celestiales.
Amor en la conjunción con El Paráclito, apresurado en el socorro de quien con fe lo invoca; en afectuosa protección cuando tenemos auténtico propósito de enmienda en actos de constricción. Genuino abrazo fraterno presente entre los hombres y las mujeres de buena voluntad, pródigos en la entrega cristiana.
Ternura inagotable en la paciencia del Dios Padre, quien tarda para la cólera y es grande en misericordia. Con un corazón dispuesto para regalarse sin medida, con candorosa sonrisa y bondadosa magnificencia viniendo al encuentro con los brazos ansiosos para el arrepentimiento.
Inconmensurable bendición para la humanidad, en tanto el niño sea recibido como señal para el comienzo de un nuevo caminar hacia el perfeccionamiento del espíritu, en la trasformación de cada cual para ser una mejor persona. Conquistando la montaña del perdón, como sanación de las heridas propias y ajenas, liberándonos de los odios y rencores.
Venturoso Salvador con deseo de habitar en los corazones, para derrotar nuestras miserias en una gloriosa noche de amor y de paz. En una extensa y larga noche buena, en el acontecimiento de recibir la luz del mundo, para que el día y la noche sean luminosos en la existencia del hombre por obra del hijo de Dios.
Inigualable Señor de Señores, Rey de Reyes, emperador y hacedor del universo, que naciendo en humilde pesebre, nos invita a echar de nuestras vidas el orgullo, la prepotencia y la jactancia. El único Dios verdadero que da ejemplo de sencillez y modestia para vergüenza de los ensalzados.
Divino niño, futuro cordero y holocausto del padre para purificar la tierra. Mansedumbre en su destino para salvar al hombre del pecado que le da muerte. Gracia inefable cuyos pucheros son lamentos de dolor por el hombre pecador.
Anhelado compañerito de juego para otros niños, y para los adultos que con corazón de niños, se acercan al padre por su esencia de niños. Es la agradable presencia del hijo del eterno entre los bienaventurados, por cuyas acciones se regocija en Él.
Dios en la tierra a través del hijo, un regalo del cielo para reunificar la humanidad en comunión con el padre. Así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por Él vida eterna.

crisantogleon@gmail.om

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