sábado, 9 de abril de 2011

¿Un desconocido en el estadio?

¿Un desconocido en el estadio?
Crisanto Gregorio León

Alguien alguna vez ha recibido en un estadio un golpe en la cabeza y al voltear para identificar al responsable no logra enterarse de quien es, porque todo el público está atento a lo que sucede en el campo y el perpetrador sabe camuflarse y disimular entre la gente.
Son pocos los jugadores y muchos los espectadores, y entre tanto desconocido no logras enfocarte en quien realmente te ha quitado la tranquilidad.
Eventualmente un desconocido o desconocida podría causarte un daño, pero solo es así, excepcionalmente.
Cuando te arrebatan algo preciado, buscas al responsable entre extraños y ni por un minúsculo momento llegas a pensar que alguien muy cercano a ti es quien ha tejido el entramado para sorprender tu buena fe, porque tus afectos hacia esa persona o personas han alterado tu brújula , sin saber a ciencia cierta donde dirigirte para capturar a los responsables.
El caso es que, cuando adoptas a alguien en tu mente y en tu corazón como digno o digna de tu confianza, a veces te deslizas en un abismo y te niegas ver la luz; tornándote vulnerable porque como cachorro desprevenido te expones y jamás esperarías una celada.
Más de uno ha sido atracado en una emboscada llevado o llevada por un “amigo” sin detectar al enemigo oculto. Y esto es aplicable a cualquier ámbito y en cualquier esfera, donde el hombre o la mujer perversos persiguen corromper la pureza o ambicionan lo que otro u otra ha obtenido con esfuerzo propio.
Desesperadamente el incauto busca apoyo o comprensión en el “infiltrado o la infiltrada” y sigue suministrando información relevante con la que piensa se esclarecerán los hechos, sin saber que se autoperjudica y le permite al malhechor elaborar su coartada.
Recordemos la expresión de Nuestro Señor Jesucristo cuando encomendó a los discípulos a divulgar la buena nueva; “fijaos que los he enviado como ovejas en medio de lobos, por lo que deberéis ser astutos como serpientes y mansos como palomas”
Si bien debemos conservar bondad en nuestras mentes y corazones, igualmente no podemos descuidarnos ante el arte del engaño.
Por lo general no es un extraño quien maneja tu información confidencial , sino alguien a quien tu inocentemente le has permitido saber de ti y de tus cosas ; que está al tanto de tus hábitos y ha estudiado tus costumbres, conoce de tus debilidades y espera el momento más propicio para atacar. Persigue arrebatarte la tranquilidad y tú le has permitido conocer tu realidad o parte importante de ella. La que habrías debido cuidar celosamente.
Nuevamente es menester recordad las enseñanzas del Maestro, “maldito el hombre que confía en otro hombre y no en la palabra de Nuestro Señor Jesucristo”.

Abogado
crisantogleon@gmail.com

No hay comentarios: