La
conciencia vale por mil testigos
Crisanto
Gregorio León
He querido remozar este escrito mío
con el pensamiento de un abogado y pedagogo
hispano romano, Marco Fabio Quintiliano, “La conciencia vale por mil
testigos.”
Excusatio
non petita, acusatio manifesta, era una expresión romana en razón de la cual se
consideraba culpable a quien se excusaba sin habérselo pedido.
Dejar
el juego al descubierto es la consecuencia no deseada, pero sí lograda, de
quien se esfuerza por demostrar que no es o no ha hecho aquello que nadie le ha
imputado.
Una
persona desprevenida y posiblemente ingenua no detectará el trasfondo de una manifestación
de tal naturaleza, pero la periodicidad y la consuetudinaria exposición de que
se es inocente cuando nadie ha dicho lo contrario, despierta el sentido de
alerta de la percepción menos especializada.
Existen
situaciones comportamentales en las que una persona espontáneamente y de manera
sospechosa, comienza a dar explicaciones sobre situaciones que nadie le ha
pedido. Estas peculiaridades podrían configurar una manera de alejar al
observador del inminente descubrimiento de una práctica deshonesta, que por ser
tan descarada el autor se siente atrapado.
Donde
las mismas explicaciones comprometen grandemente la credibilidad y la
honestidad de quien se afana por convencer que no ha hecho nada, cuando la ligereza
de sus actos no deja lugar a dudas que algo está escondiendo, al pretender
teatralmente acallar un ruido que aún no ha sonado.
Quien
se excusa sobresaltado al ver en toda situación rutinaria y normal e incluso
accidental una tarea de averiguación incriminadora, se auto delata e implanta
la duda y la desconfianza sobre su persona, por ser un comportamiento errático
de quien ha estado alegremente cometiendo desafueros y persigue silenciar una
voz que no se ha exteriorizado.
La
auto acusación se hace irrebatible en quien impulsivamente comienza a intimidar
a las personas, por actos propios o de sus cómplices, sobre las nefastas
consecuencias en que pueden incurrir quienes tengan la osadía de llegar a
asomar la mínima sospecha de lo que aún no se ha sospechado.
Fingir
sentirse ofendido, porque el pensamiento exteriorizado de las demás personas,
nos pone a dubitar sobre la honestidad de quien se ofende sin haber sido
ofendido, se puede convertir en un estado morboso en virtud del cual el
afectado asume un delirio de persecución, cuando la propia conciencia no lo
deja tranquilo.
Quien
piensa en la actualidad que sus congéneres son unos eunucos mentales,
desgraciadamente está sumido en una falsa presunción de que todos son unos
tontos y que él o ella es la personificación de la viveza vernácula.
Cercenar
el derecho a la duda es desconocer un derecho natural, máxime si la duda aún no
se ha concebido y sólo existe en la mente del dudado, siendo el colmo que se
pretenda invadir la privacidad de pensamiento para prohibir un movimiento
neuronal inteligente para obligar a hacerse la vista gorda.
Por
eso, la conciencia de cada cual lo increpará a responder por lo que hace, por
lo que ha dejado de hacer, o por lo que impide que se haga, para contribuir a
desarticular la corrupción, para erradicar el flagelo que carcome la moralidad
pública desde cualquier nivel de Gobierno, en perjuicio de la patria y de los
hombres y mujeres de honor que no se prestan a la acción, ni a la omisión que
mantendría solapada la desvergüenza.
Quien
pudiendo coadyuvar a la desarticulación de la corrupción y teniendo en sus
manos la oportunidad de hacerlo y no lo hace, está desde cualquier trinchera y
desde cualquier oficio sea cual fuera, alcahueteando los delitos en contra de la
cosa pública o de la privada. Y es allí donde cabe preguntarse ¿cuál es el
patrimonio moral que deja a la patria, a su familia y a su conciencia?, ¿estarán
sus padres orgullosos de usted y los hijos que ejemplo les está dando?
“La
conciencia es el caos donde se agitan las quimeras, los apetitos y los
intentos, el horno de los sueños, el antro de los pensamientos vergonzosos, el
pandemónium de los sofismas y el campo de batalla de las pasiones.” Víctor Hugo.
crisantogleon@gmail.com
Profesor
Universitario/Abogado/Periodista/ Escritor
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