Dr. Crisanto Gregorio León
«Ni santas ni putas. Somos sólo
mujeres» (Rotmi Enciso)
El
acoso se oculta, el psicópata narcisista se aprovecha de la complicidad de sus
monos voladores para mantener de bajo
perfil sus depredaciones sexuales. Ante
las atrocidades tenemos que tomar partido. El silencio estimula al verdugo
(Elie Wiesel).
El
acoso es un problema de violación de los derechos humanos. En torno a los procederes
inmorales, anti éticos, ilegales y depredadores de este hombre que goza con el respaldo
de otros que lo están dejando hacer y deshacer
sin importarles nada ni nadie, debemos puntualizar; que quienes hasta
ahora han dejado a este psicópata narcisista desplegar toda su maldad, su inmoralidad,
su criminalidad y su morbosidad, seguramente serán alcanzados en algún momento también por el largo brazo de
la ley como co-reos, como co-imputados de los mismos delitos. ¡Cuánta indolencia! Como que no tienen madre, ni hermanas, ni hijas, ni sobrinas, ni nietas, ¡se habrá visto!
Pocas veces se habla de “acoso” en plural,
tiende a individualizarse y en realidad deberíamos hablar de acosos porque son
múltiples y variados”. Y en esta entrega me referiré a los acosos en contra de la mujer empleada
institucional.
El
acoso sexual del psicópata narcisista, se parece más a una violación carnal o
violación propiamente dicha que a un acoso laboral. Y la violación carnal no solo es penetración,
las distintas legislaciones recogen acertadamente una concepción amplísima de
este término. Es que este tipejo, el psicópata narcisista, extorsiona a las
empleadas por sexo. El psicópata les exige sexo a las empleadas o les quita el
trabajo o les inventa un delito. Es la bajeza con que actúa este Coronel narcisista.
No podría esperarse nada bueno de este
anormal, de un hombre cuyas deformaciones patológicas y cuyas inmoralidades son
tan monstruosas. Y se jacta con su sonrisita burlona a media jeta.
El
acoso está penado en todas las legislaciones del mundo y amerita penas restrictivas
de la libertad, máxime cuando el acoso es
sexual. Ningún hombre es lo bastante bueno para gobernar a cualquier mujer sin
su consentimiento (Susan Anthony), pero un consentimiento viciado no es
consentimiento.
Entre
los distintos tipos de violencias que se ejercen en contra de la mujer, de
conformidad con las legislaciones del mundo, siempre el acoso está
caracterizado porque lo ejerce una persona que tiene un puesto, un cargo, o una
posición o situación de superioridad o jerarquía sobre la víctima. Y este psicópata narcisista se aprovecha de que
circunstancialmente gerencia la institución y sacia y pretende saciar los costados
de su erotopatía violando a las empleadas.
Porque si en sentido estricto lo estudiamos, cuando una mujer es obligada o
conminada por distintos medios, astucias o formas oscuras de dominación, a entregar su cuerpo,
eso es una violación. Es que no media ni
la voluntad ni el querer de la mujer, su consentimiento está viciado y cuando
ha precedido el acoso es más grave, porque cuando la mujer accede, es porque el
miedo la invade o necesita el trabajo
para el sustento familiar y no sale de su aturdimiento porque no cree lo que le
está pasando o incluso es un asunto de disonancia
cognitiva del que se aprovecha el criminal psicópata narcisista.
Hay
muchos cómplices y encubridores que a sabiendas de lo que hace este Coronel psicópata
narcisista, se lo festejan y lo alaban como si se tratase de un macho cabrío y
le tapan. Este adefesio de hombre ni
respeta a su esposa, ni respeta a su amante, ni respeta a los clientes internos
de la empresa, ni respeta a los clientes
externos, que ya bastante se sabe de a cuantas adolescentes ha acosado y logra
su cometido entregándoles sin esfuerzo el producto del giro de la institución.
El
hecho es que el Coronel psicópata narcisista es un enfermo sexual, una de sus adicciones, dentro de su bisexualidad
y su erotopatía.
Hay
un depredador social en la institución porque es psicópata narcisista, pero es
igual un depredador salvaje porque es licántropo, pero es también un depredador
sexual porque es un agresor sexual. ¿Cómo es posible que un depravado como este
permanezca gerenciando una empresa de alta significancia social y de relevancia
superior? La institución no se merece a un hombre así, no merece la institución
a un delincuente como gerente. ¡Cuánta
indolencia!
Es
gravísimo el daño psicosocial que hace la permanencia de este felón en la
institución. Y perturbadoramente cometiendo los delitos de violación en contra
de las empleadas. Porque si a ver vamos, no es acoso sino violación.
Y
son múltiples los acosos, pues en torno a la persecución maliciosa y enfermiza
por arrancarle a la empleada institucional el consentimiento viciado para
saciar los bajos instintos del enfermo psicópata narcisista, gravitan muchas artimañas,
muchas otras formas de acoso para perfeccionar el delito, muchas otras formas
oscuras de dominación que el perturbado ejerce con maestría y cuyas características
configuran perfectamente otras formas de violencias que con toda certeza se subsumen en otros delitos, en otros tipos
penales. Claramente hay concurso de delitos.
Este
psicópata narcisista está acostumbrado a la impunidad, por la inmunidad que le
brinda el miedo de las víctimas a denunciar y a enfrentarse a quien realmente es un cobarde que se escuda
tras los privilegios que le da el cargo que ostenta. Pero sepan mujeres que
cuando este tipo de delitos son cometidos por militares, la pena es agravada,
es maximizada, es superior. Despójense del miedo y acudan a la Fiscalía
respectiva.
Cantidad
de empleadas han renunciado, se han ido con su pundonor en alto y no le han
dado el gusto a este psicópata narcisista. Han tenido que dejar el empleo que
les gusta, donde se sentían realizadas o por lo menos la vocación las llamaba y
que medianamente les ayudaba para el
sustento del hogar.
Pero enfermos como este que se describe, causan grave daño, social y psicológico, daño
laboral y quiebran el futuro de la gente buena y feliz cuando desgraciadamente
se atraviesan en su camino. Vacían de alegría y de autoestima a la gente y es
esa maldad el combustible que llena de felicidad al psicópata narcisista, saber
que su malignidad produce los nefastos resultados que él programó.
Muchos
serán los que pagarán la solidaridad cómplice que tienen y han tenido con este
hombre lleno de maldad, que hoy se sienten en su salsa, pero luego arderán en
la zarza del infierno.
Ah, pero Sussana y su hibristofilia,
todo lo justifica. Seguro disuadirá mareando a las víctimas para que guarden silencio
y entonces se hace cómplice de violación…porque
según Sussana, «Él es así y ni tu ni
nadie lo cambiará, no ves su suficiencia, su don de mando, su personalidad
avasalladora, es amigo de gente de poder e importancia». Porque Sussana está
loca por el amor de su Jefe psicópata narcisista y agresor sexual.
Casi
siempre, a las acciones de los malvados las persigue primeramente la sospecha,
luego el rumor y la voz pública, la acusación después y, finalmente, la
justicia. (Cicerón)
Profesor
Universitario/Abogado/Periodista/Psicólogo/Escritor
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