La fidelidad en el matrimonio
Crisanto Gregorio León
A mi oficina llega una mujer que le había sido infiel a su marido con un “amigo” de años, preguntando sobre la posibilidad de separarse de su cónyuge porque se había enamorado de esta aventura.
Y le respondí. Dime: ¿quien te ha protegido desde que te casaste? .Y me respondió: Mi esposo. ¿Y quien te protege o sale a tu protección cuando lo necesitas realmente y desde el corazón? .Y me respondió: Mi esposo. Entonces le pregunté.
¿Crees que él deba sufrir por una aventura tuya? ¿Piensas justo provocar sufrimiento a quien toda su vida ha permanecido a tu lado y deba padecer moral y espiritualmente por un pecado de tu parte?. Y me respondió.
Él también me ha sido infiel. ¿Pero nunca te ha dejado verdad? le interrogué yo. Y ella me respondió !No! .Siempre encuentro en él una persona que quiere estar a mi lado y a pesar de mis circunstancias no me desampara , no obstante mi abandono hacia él. . Entonces le pregunté de nuevo.
¿Qué crees te puede ofrecer el otro, sino mantenerte en el pecado de haber roto tu matrimonio y asesinar al hombre de tu juventud?
Ella, con fervorosa fe cristiana me dijo. Algo de culpa he debido tener yo por sus actos y él por los míos. Pero nos conocemos y estoy convencida que mi esposo no quiere sino mi compañía y mi amor, mientras mi “affaire” destruirá mi alma al desbastar la tranquilidad posible de reinar en mi hogar si no se hubiera entrometido.
Ella prometió conciliarse con Dios confesando su pecado y conciliarse con su marido confesando su pecado.
Ambos decidieron no dejar su vida pendular al arbitrio de personas cuya aportación es estéril o destructiva; sin compromiso edificante, ni material, ni moral, para el crecimiento de su hogar.
¡Fue perdonada! , por su marido quien siempre la mantuvo acogida en su alma, mientras ella juró respetarlo y amarlo hasta que la muerte los separara.
Es prudente no olvidar los textos sagrados : “Y alégrate con la mujer de tu juventud, amada y graciosa gacela. Sus caricias te satisfagan en todo tiempo, Y en su amor recréate siempre”. Igual la mujer debe recrearse solo en el hombre de su juventud.
Abogado
crisantogleon@gmail.com
sábado, 30 de abril de 2011
sábado, 9 de abril de 2011
¿Un desconocido en el estadio?
¿Un desconocido en el estadio?
Crisanto Gregorio León
Alguien alguna vez ha recibido en un estadio un golpe en la cabeza y al voltear para identificar al responsable no logra enterarse de quien es, porque todo el público está atento a lo que sucede en el campo y el perpetrador sabe camuflarse y disimular entre la gente.
Son pocos los jugadores y muchos los espectadores, y entre tanto desconocido no logras enfocarte en quien realmente te ha quitado la tranquilidad.
Eventualmente un desconocido o desconocida podría causarte un daño, pero solo es así, excepcionalmente.
Cuando te arrebatan algo preciado, buscas al responsable entre extraños y ni por un minúsculo momento llegas a pensar que alguien muy cercano a ti es quien ha tejido el entramado para sorprender tu buena fe, porque tus afectos hacia esa persona o personas han alterado tu brújula , sin saber a ciencia cierta donde dirigirte para capturar a los responsables.
El caso es que, cuando adoptas a alguien en tu mente y en tu corazón como digno o digna de tu confianza, a veces te deslizas en un abismo y te niegas ver la luz; tornándote vulnerable porque como cachorro desprevenido te expones y jamás esperarías una celada.
Más de uno ha sido atracado en una emboscada llevado o llevada por un “amigo” sin detectar al enemigo oculto. Y esto es aplicable a cualquier ámbito y en cualquier esfera, donde el hombre o la mujer perversos persiguen corromper la pureza o ambicionan lo que otro u otra ha obtenido con esfuerzo propio.
Desesperadamente el incauto busca apoyo o comprensión en el “infiltrado o la infiltrada” y sigue suministrando información relevante con la que piensa se esclarecerán los hechos, sin saber que se autoperjudica y le permite al malhechor elaborar su coartada.
Recordemos la expresión de Nuestro Señor Jesucristo cuando encomendó a los discípulos a divulgar la buena nueva; “fijaos que los he enviado como ovejas en medio de lobos, por lo que deberéis ser astutos como serpientes y mansos como palomas”
Si bien debemos conservar bondad en nuestras mentes y corazones, igualmente no podemos descuidarnos ante el arte del engaño.
Por lo general no es un extraño quien maneja tu información confidencial , sino alguien a quien tu inocentemente le has permitido saber de ti y de tus cosas ; que está al tanto de tus hábitos y ha estudiado tus costumbres, conoce de tus debilidades y espera el momento más propicio para atacar. Persigue arrebatarte la tranquilidad y tú le has permitido conocer tu realidad o parte importante de ella. La que habrías debido cuidar celosamente.
Nuevamente es menester recordad las enseñanzas del Maestro, “maldito el hombre que confía en otro hombre y no en la palabra de Nuestro Señor Jesucristo”.
Abogado
crisantogleon@gmail.com
Crisanto Gregorio León
Alguien alguna vez ha recibido en un estadio un golpe en la cabeza y al voltear para identificar al responsable no logra enterarse de quien es, porque todo el público está atento a lo que sucede en el campo y el perpetrador sabe camuflarse y disimular entre la gente.
Son pocos los jugadores y muchos los espectadores, y entre tanto desconocido no logras enfocarte en quien realmente te ha quitado la tranquilidad.
Eventualmente un desconocido o desconocida podría causarte un daño, pero solo es así, excepcionalmente.
Cuando te arrebatan algo preciado, buscas al responsable entre extraños y ni por un minúsculo momento llegas a pensar que alguien muy cercano a ti es quien ha tejido el entramado para sorprender tu buena fe, porque tus afectos hacia esa persona o personas han alterado tu brújula , sin saber a ciencia cierta donde dirigirte para capturar a los responsables.
El caso es que, cuando adoptas a alguien en tu mente y en tu corazón como digno o digna de tu confianza, a veces te deslizas en un abismo y te niegas ver la luz; tornándote vulnerable porque como cachorro desprevenido te expones y jamás esperarías una celada.
Más de uno ha sido atracado en una emboscada llevado o llevada por un “amigo” sin detectar al enemigo oculto. Y esto es aplicable a cualquier ámbito y en cualquier esfera, donde el hombre o la mujer perversos persiguen corromper la pureza o ambicionan lo que otro u otra ha obtenido con esfuerzo propio.
Desesperadamente el incauto busca apoyo o comprensión en el “infiltrado o la infiltrada” y sigue suministrando información relevante con la que piensa se esclarecerán los hechos, sin saber que se autoperjudica y le permite al malhechor elaborar su coartada.
Recordemos la expresión de Nuestro Señor Jesucristo cuando encomendó a los discípulos a divulgar la buena nueva; “fijaos que los he enviado como ovejas en medio de lobos, por lo que deberéis ser astutos como serpientes y mansos como palomas”
Si bien debemos conservar bondad en nuestras mentes y corazones, igualmente no podemos descuidarnos ante el arte del engaño.
Por lo general no es un extraño quien maneja tu información confidencial , sino alguien a quien tu inocentemente le has permitido saber de ti y de tus cosas ; que está al tanto de tus hábitos y ha estudiado tus costumbres, conoce de tus debilidades y espera el momento más propicio para atacar. Persigue arrebatarte la tranquilidad y tú le has permitido conocer tu realidad o parte importante de ella. La que habrías debido cuidar celosamente.
Nuevamente es menester recordad las enseñanzas del Maestro, “maldito el hombre que confía en otro hombre y no en la palabra de Nuestro Señor Jesucristo”.
Abogado
crisantogleon@gmail.com
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