sábado, 9 de febrero de 2008

PENA MÁXIMA Y MÁXIMA PENA

Pena máxima y máxima pena
Crisanto Gregorio León
De conformidad con el artículo 44.3 Constitucional en Venezuela las penas privativas de la libertad no excederán de treinta años.
Cuando el Ministerio Fiscal logra demostrar la responsabilidad penal de alguien en el delito de homicidio y por cuya labor se lleva a la convicción de los órganos jurisdiccionales que la conducta del imputado ha sido antijurídica y culpable por lo que es merecedor de una pena restrictiva de la libertad en el modo y tiempo que determine la ley. Entonces se le estará condenando al sujeto a la pena máxima de la cual es acreedor según el tipo de homicidio y las circunstancias atenuantes o agravantes que gravitan en torno a él.
Esto es así, porque el derecho de punir es exclusivo del Estado, estándole prohibido a los particulares hacer justicia por mano propia.
El derecho de punir, que no es sino la facultad de punir, una posibilidad de punir o una autorización de punir, cuando es ejercida por los órganos del estado que son sus titulares y estos al ponerse en movimiento logran el fin último cual es la justicia, desde luego que el funcionamiento del Ministerio Fiscal y de los Tribunales Penales competentes se anotan puntos para justificar su necesidad y existencia y mejor aún ganan credibilidad social.
Si, ¡cuando es ejercida!, haciendo su trabajo y demostrando su competencia en el sentido de aptitud o capacidad para llevar a cabo la tarea a la que están llamados y cuando cumplen su misión u obligación.
Pues bien, si se logra capturar al presunto delincuente y los engranajes de la administración de justicia funcionan como un sistema, comprobándose la responsabilidad penal del imputado en el delito de homicidio y este es sancionado a purgar la condena correspondiente, por muy alto que sea el quantum de la pena, o la “pena máxima” que se le imponga; el daño causado nunca podrá ser reparado; pues desde el mismo momento que el delincuente causó la muerte a la victima , desde ese instante le impuso a la propia víctima, a la sociedad y a los familiares una “máxima pena”.
Jamás habrá correspondencia entre la pena máxima impuesta por la ley y la máxima pena que imponen los delincuentes a sus víctimas. Porque la pena de muerte impuesta por el delincuente a la victima y el sufrimiento causado a los familiares son más gravosos y es muy superiores a la pena que pueda corresponderle al homicida. La pena impuesta a la víctima tiene un origen injusto, mientras la pena impuesta al delincuente es producto de la justicia.
Con el homicidio no solo se afecta al individuo en particular, sino que se ataca a la especie y por ello produce una reacción psicológica de terror y desconfianza en la sociedad; el homicidio desequilibra a la familia de la víctima, corta de tajo una serie de posibilidades para el futuro de otras personas que hubiesen podido recibir el apoyo del sujeto pasivo y genera una disminución de confianza en el Estado y en el Derecho como medio pacifico de convivencia , al a par que excita oscuros designios de venganza, violencia y resentimiento que se trasmiten aun de una a otra generación. (Gómez López 1997: 14)
Existe de tal manera una relación injusta y desproporcionada entre la pena máxima legal y la máxima pena impuesta por los delincuentes. La pena máxima proviene del Derecho que los pueblos se ha dado para resolver civilizadamente los asuntos criminales y la máxima pena es aquella que los criminales aplican sobre la propia especie, sin ningún derecho, es más cruel y va más allá de la pena de muerte.
Con la máxima pena no solo se asesina a una persona, sino que se mutila la tranquilidad familiar, el sosiego del hogar y el futuro se hace un proyecto inacabable de dolor, angustia y desesperación.
De Montoya Carraquilla recordamos, que en ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele.
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Abogado
crisantogleon@gmail.com

martes, 5 de febrero de 2008

EL LADO OSCURO

EL LADO OSCURO
Crisanto Gregorio León

En el año de 1886 se publica la novela de Robert Louis Stevenson, Dr. Jekill y Mr. Hyde, allí el autor deja plasmada una cruenta realidad, el monstruo que formando parte de la personalidad de muchos es ocultado por temor a ser descubierto, por ser censurable socialmente. Es un estado de disociación en el cual el individuo se presenta en diferentes momentos como dos personas distintas, cada una de ellas con diferentes nombres y rasgos de personalidad. Por lo general, las dos personalidades son independientes y opuestas, y desconoce cada una de ellas la existencia de la otra.
En la novela, podemos advertir la existencia de una personalidad anfitriona que mantiene una personalidad huésped que es la retorcida , la que distorsiona los encantos de la primera , que la deja en evidencia y que subyace en lo pérfido , en lo banal , en lo violento , en lo egoísta , en lo morboso y que preferiría dominar a su anfitrión , pero el rechazo , la crítica social y hasta la hipocresía de otros tantos , al ver en ella reflejada la propia , la execran de lo moralmente aceptable , pero a veces no por convicción , sino por conveniencia .
Pero no se trata de una ficción , la ciencia ha demostrado que es una realidad y ahora , en pleno año 2008 , en este tercer milenio , no obstante los avances en materia de culturización y civilización de los pueblos , donde la barbarie parecía etapa pasada , nos está tocando vivir , momentos notablemente difíciles , donde muchos hombres y muchas mujeres , cuales felinos salvajes están mostrando sus dientes , se están quitando las máscaras y se están revelando tal cual son . A veces, bajo el disimulado encanto de una dulce voz, encontramos la más horrible expresión de la hipocresía, de la mentira, de la bajeza y del subterfugio para dañar y otras veces la personalidad escondida no soporta más su cautiverio y se desata, arrollando con todo lo que a su paso esté, echando al traste con la fachada de armonía y buenos modales por la cual muchos cayeron incautamente. Ya, la camisa de fuerza que la contenía, se rompió, se desató y la personalidad bizarra se apodera de ella o de él, irrumpiendo en la quietud del alma y desbaratando el sosiego de la mente.
A veces , se culpa al estrés como responsable de todo lo malo , de todo lo inmundo , de todo lo reprochable y entonces , bajo esa argumentación muchos se sienten justificados , cuando la realidad es que , la verdadera personalidad está aflorando , aquella personalidad que reafirma el egoísmo , que rechaza toda norma , que abofetea con altivez la bondad , lo bueno y lo leal . Hasta lo sagrado está siendo pisoteado, los valores son sustituidos por antivalores y lo anormal está posicionándose como cotidiano y regular.
Ojalá, reflexionemos a tiempo antes de que vuelvan los monos.

Abogado
crisantogleon@gmail.com